La Poesia italiana del Novecento - The italian Poetry of the 20th century

Umberto Piersanti

 

 

 

 

 

In Times and Places

There was the solitary palm, or scattered clumps

yet I know they don't grow outside that circle

there's only naked sand there, a broad expanse

that swallows your step, where running ahead

a woman descends and comes to a stop,

frightened by the open space surrounding her

 

the blue sky's monotonal hum

rising up in silence to the heavens

without a shred of white or single feather

is like the fever misting over me

poet versed in the desert and its vastness

I myself was there only once

as a tourist self-enclosed in glass

on a long journey where he's the most alone

twitching with the fever and consternation

first there was a chalk-white little village

of the sort you sometimes see in creches

but no water flows here, there's no water-mill

even the earth not green but pale red

like she-goats transpierces the sky's blue

 

and even the giant African violets

stand out distinct against the blue

it was a long trip, first the olive trees

then a heathland blowing with a cold wind

and the salt-flats gleaming white and perfect

that icy air brought on the fever

gusting beside the great disk that dazzled

with its gloomy warmth and strange light

 

one god alone inhabits the desert

and fashions mirages, raises the sand

that enters the tent and pervades the dreams

of the shepherd of peoples and flocks

the god of the empire knows that in the desert

the sand always wins, shall win the planet

 

but in my woodlands the gods move about,

hiding in grottoes and wellspings in earth

they appear of a sudden on the footpaths

seldom wise, ever quick to laughter

and to anger and coupling with humans

 

I remember Cerveteri and the asphodels on round

tumuli, the grass sloping down and the ruts of a cart

vanisching into streets of the dead toward the living

while I move with you my blonde amid the dog-roses,

through white flowers and an acanthus bush

that closes our story to che voices around us

 

the Etruscan as well knew the desert

or what the desert was like when streams flowed

all round it and the timid young doe

lightly entered the palm-grove

a few steps ahead of that lone god

who cares little for idylls but speaks

from brambles or through the sand or the storm

 

inside the last tent the Etruscan sees

a colorful duck hung from a pole

the skies of Maremma teeming with flight

the clear brooks all brimming with fish

he takes dear life down with him into his grave

he'll have it thereafter forever around him

 

I was thinking of Achilles, of that great mournful shade

in the Elysian Fields, with the bright grass around me

May the greenest, most swollen month of all

better to be a swineherd in the hot sun

than prince of the dead for gloomy Hades

when the young boys fell into the Scamander

regret gave out its final breath

 

one autumn long ago I came here

with Rosaria, different time was dead

forever but hadn't been so for long

from the black dismay that overcame me

I gazed at your body, so large and dark,

and at the mirror behind, and the distant sea

that body I enter inside and cling to

the only one that can ever unchain me

your hair is like a thicket of schrubs

that I grab and twist and then inhale

 

later I saw the quadrangular church

rising bright and potent upon the walls

befor it lies the verdigris Etruscan sea

a stump of black henbane had filtered through

the white stone and basked in the sunlight

 

the round lake of Bracciano is a mirror

to the woods aroung it, among the great alders

you would lie down only for a moment

and only for an instant would I pluck you there

so tense and absolute in the shimmer

radiating from the grasses, blending

the early broom's yellow with the honey of your skin

and blond hair that smelled of young branches

and leaves

and a peaceful town at the bottom of the lake

as at other times like this, my heart was aching

it's time for us to leave, the sky looks like rain

 

your body and the grasses, the fields and flowers

all passes on now it's time to go back

I am leaving in spring this time around

the meadows are yellow from the turnips

bus as before I see again the Appenines

gathering clouds and mist around their summits

 

(Stephen Sartarelli)

 

(1987)

Da: Umberto Piersanti, Per tempi e luoghi,

Porretta Terme, I Quaderni del Battello Ebbro, 1999

 

 

Viaje

Y la monya presente de improviso

bella, el rostro velado negro

y la voz antigua un texto sagrado

en el convento-emporio bajo el Subasio

donde Cristo se merca todo el día

turistas-recuerdos amontonados en las naves

un residuo de estupor para esta mortificada religión

solemne sólo par los cirios

y la criptas cerradas con hierro forjado

donde están las últimas penumbras

y olores de incienso

aún similares a los de la infancia.

 

Peregrinos mejor mendicantes de sensaciones

estetas ingenuos y patéticos

al ser malos

pero, mejor, acaso hombres simplemente

hombre y mujer para ser exactos.

 

Ermita de las cárceles

tú la más pura de franciscana belleza

con el carrasco no olivo aunque semejante

el de Giotto con los pájaros

a los que predica fray Francisco

y la cueva de fray León

el que siempre "hace de las suyas"

como dice la dulce amiga

con la sonrisa de los ojos claros

azules y francos ojos del Norte

y yo gozo estando aquí

sin éxtasis místicos

pero feliz entre los carrascos.

 

En el estupor de cada fresco

los muros sesgados, los bueyes y los animales

los campos apenas esbozados

y esas rocas-riscos blancas-grises.

 

Es tan inútil el arte

como medio de comunicación ya superado

y se puede incluso creer verdadero

tal vez sea mejor utilizar las palabras

obedeciendo a los compañeros del Movimiento

[Estudiantil.

Pero aquí, cerca de la cripta oscura,

en el recuadro de los olmos sobre la colina umbría

 

aquí no te sorprende la duda

aunque el fresco esté estropeado

y la autopista no debe de estar lejos.

 

Las amiga tiene los ojos claros

ahora casi tristes

y gira, gira sobre sí misma en el centro de la iglesia

y mirarla me resulta suficiente

y casi me avergüenzo de mis ojos oscuros y velados

del cuello pesado y la boca afanosa.

 

Volverán a salir las palabras

sobre el blanco ladrillo del crepúsculo en Asís

a intentar de nuevo la apuesta

aunque su lengua verdadera

tenga notas de garganta musicales.

 

Luego estarás desnuda con tus ojos claros

desnuda y tranquila bajo mis manos.

Tú lo entiendes este último esfuerzo

y el rechazo patético de lo contingente

tú lenta y humana con el cuerpo distendido

y sonríes porque eres sana

pero sobre tus ojos azules y tu rostro claro

para detenerlos en la mente y en el roce de las manos

libero una locura testaruda

y la tensión mortal del instante.

 

Porque entonces todo era instante

fijo en el semicírculo de los montes

vicisitud concluida en el tiempo y el espacio

tan segura y verdadera y feliz

y frágil y commovedora y asustada.

 

Quemarlo en la ladera de las moras

enloquecía entre olivos yu cipreses

pasaban frailes pardos y negros

socarrones unos, otros tétricos, o franciscanos

come el joven umbrío de voz armoniosa

apretado contra tu vestido rojo

defendido por un cerco de brazo

obstinado en tu mirada mudable.

 

Y fue el momento de volver por los vados

un rectángulo oscuro veloz entre los montes

con calor, afecto, ternura, presagios de miedo

y vino y fruta y bocadillos

 

en los bordes, quietos en los instantes escandidos del

[regreso

los viejos umbrios jugaban y blasfemaban.

Viene luego el fin de la leyenda: y es aún tiempo de

[crónica.

 

agosto 1968

 

Da: Il tempo differente, Caltanissetta, Sciascia, 1974.

 

 

Me conmueve el muchacho immortal

 

Me conmueve el muchacho immortal

a la clara luz de enero

tiene el andar leve de un dios

y una hembra tierna al hombro.

 

Lo he oído hablar con voz fuerte

a los muchachos resplandecientes con chupas y

[gabanes;

 

sacude ahora los cabellos largos y en la sonrisa

se le enlaza la compañera por el callejón.

 

Tú también has entrado a hurtadillas

junto a los otros, con palabras y actos

ya en la historia, come el último juego.

 

Pero ignoras la meta

y el tiempo que se cierne sobre ti.

 

marzo 1973

 

Da: Il tempo differente, Caltanissetta, Sciascia, 1974

 

 

La trilla

 

sobre la trilladora

iban sin camisa

o sólo con camiseta

echaban el trigo

en la cinta con la horca

mientras las mujeres

preparaban la comida

 

a mediodía pasaban con las fuentes

primero con el cocido, luego con el asado

y yo no había

comido tanta carne

en mi vida

me daba gusto

morder los muslos

de los conejos las alas

de los capones

 

los hombres venían

de las otras fincas

para trillar en Casa Gino

pero también las mujeres

eran numerosas

porque así se trabajaba

una sola vez al año

y quien está trillando

bajo el sol

todo el día

ha de comer chicha

mucha

de la mejor

 

Hacia las tres

los mayores

roncaban en la era

nosotros jugabámos dentro

de los montones de trigo

en el almacén

a la gallina ciega

con los pies curvados

hundidos en los granos

hasta las rodillas

 

pero algunos preferían

ir con los trilladores

a la poza

donde la hija de Carloni

se bañaba

en bikini

 

era como las mujeres

de las películas americanas

el cuerpo largo

y en la piel

no tenía grietas

ni arrugas

ni el olor negro

de las demás mujeres

 

Carloni tenía

más de treinta fincas

pero más basto aún

que los campesinos

ventoseaba incluso

en la mesa

pero ella tenía

por amante

un ciudadano

que llevaba un cinturón

blanco en los pantalones

 

después de cenar

en la era

cazábamos luciérnagas

los niños

mientras los mayores

iban con las chicas

al cañaveral.

 

 

6 novembre 1978

Da: Il tempo differente, Caltanissetta, Sciascia, 1974

 

 

Figures de l'automne qui passe

 

 

Là où finit un cercle c'est un autre vol

que dessine à nouveau le parfait compas

du canard marin, ces anneaux

sont comme la queue d'un cerf-volant

qui tend en oblique au lieu préfixé,

parce qu'il apporte la pluie je l'ai revu

au-dessus de la mer à Pescara croiser

quand l'air brillait de taches livides

parmi des nuées de brume les mouettes

 

après nous restâmes, Evi, dans l'air

que septembre dorait en haut des platanes

dans le buis dont les haies courent au long de la mer,

c'est déjà l'été qui décline sur ton visage

au-dessus de moi couché dans la sable

qui savoure cette heure juste avant le soir

 

la chambre d'hôtel était exiguë

la haute fenêtre étouffant la faible lueur du volet

 

un kaki coincé entre des immeubles

son tronc jaillissait d'un reste de jardin

il était noir et tiède à travers la vitre

il y avait sur ton cou l'ombre de ses feuilles

sans la retirer tu ouvris ta jupe

tes cuisses sont puissantes tes flancs étroits

tandis que tu me touches moi je te dévore des yeux

l'amour tu le fais bien tu es paisible

tu es tendre des yeux lorsque je te regarde

et même après tu me le baises

la brume de novembre avant le soir

éparpille en bas les Capucins dans la forêt

et le cyprès sur la pente

que Paolo Uccello a souvent dessiné

devient une ombre noire dans le vallon

à présent la campagne n'est plus que tendres contours

on peut regarder jusqu'au disque solaire

il brille apaisé dans son halo

 

ces jours-ci dans les prés humides

s'éteignent les mauves et la chicorée

la brume monte épaisse des fossés

mais le kaki luit avec tant de force

qu'aucun fruit ne l'égale tout au long de l'année.

 

fine ottobre 1981

Da: Passaggio di sequenza, Bologna, Cappelli, 1986